CURADURÍA AFECTIVA DE TODO LO ROTO
Los museos son esos lugares que siempre nos cambian las vidas
Kekena Corvalán @kekenacorvalan / @campamentoyartes
14 de diciembre de 2023. Estoy en la ciudad de Santiago, invitada por Artes de la Visualidad del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Me demoro especialmente escribiendo ese título, porque en mi país, Argentina, hemos perdido nuestra Ministeria de Cultura a manos de un gobierno depredador de lo público y de cualquier responsabilidad estatal, odiador de todo lo que sepa a colectivo, común, felicidad popular, espíritu crítico, imaginación pública y amor al otre.
Entro al Museo Precolombino de Arte, Santiago de Chile, a ver una exposición que porta el sugestivo título de Quiebres y Reparaciones.
¿Cómo los pueblos precolombinos nos pueden entregar nociones para pensar nuestros presentes intensos, nuestras memorias inolvidables?
¿Por qué nuestros antepasados y antepasadas, habitantes de este continente, decidieron dejar las heridas de los objetos visibles?
Saberes de los resquicios, persistencia de algunas rajaduras que son o están siendo, mejor, en tanto, irreparadas. ¿Qué alianzas implican? ¿Qué mitos originales reescriben en estas nuevas pedagogías y genealogías de las roturas? Y en los quiebres realizados a propósito, pensados como rituales, ¿cuánto de esos quiebres son muerte y cuántos son amor?
Pensar la reparación, para nosotres, desde la materialidad, cuando a la materialidad hay que repararla siempre, por necesidad de memoria, por práctica de cuidado, como manera de resistir el tiempo, por melancolía… por tantas cosas… Para nosotres, el material siempre implica una reparación. Una madera o un poco de arcilla que recogemos del río, una bolsa de fécula de mandioca para hacer mbeyú, ese manjar popular de los pueblos, hecho de grumos y agrupaciones que compartimos en los campamentos. Pero también lo son los acrílicos y lápices que sostenemos como podemos para pintar, o el fragmento de video o de audio conseguido con el soporte que tengamos.
No tenemos materiales. Entonces no es solo la crianza mutua, sino que fundamentalmente es la reparación mutua de los materiales. La materialidad es vitalidad. Es la madre de nosotres todes.
Lo maravilloso de esta materialidad es que vive en el archivo de objetos que un museo atesora. Es una subjetividad potente, que nos mira y nos conversa, que tiene mucho para reclamar y activar. Está tan viva que sigue haciendo.
Además, y esto también lo resalta de manera precisa esta exposición, existen en nuestros pueblos originarios los quiebres rituales, esos que renuevan pactos. La curaduría afectiva también pelea, se deja flechar en el Monte por un árbol o embarrarse en un río. Todos nuestros quiebres nos ayudan a criar consensos nuevos, y en ello, la materia.
Tengo más preguntas que antes, luego de recorrer el Museo de Arte Precolombino de Santiago. ¿Es posible restaurar algo? ¿Es posible volver?
¿Hay restauraciónes que no son rituales, o quiebres que no son rituales, o qué diferencia hay entre quiebre y rotura? Políticamente, ¿qué significa quebrar y restaurar? En este contexto tan complejo, donde por un lado, decimos que hay muchas argentinas, como hay muchas chiles, y por otro lado, decimos que hay que quebrar y restaurar alguna unidad posible.
Y la pregunta de nuestros empeños artísticos, curatoriales, museales, comunitarios, feministas, colectivos: ¿cómo procurarnos artefactos comunes de abrigo, alimento y memoria para reparar fracturas y quiebres? ¿Cómo reparar?
Decimos que, así como están los materiales, importan y mucho las herramientas. Porque la reparación es una estrategia tecnológica de transformación, y las herramientas son imprescindibles. Entonces, una vez más, volviendo a la Haraway, importa con qué herramientas reparamos y con qué herramientas pensamos las herramientas y las reparaciones. La meta herramienta también importa.
Son tiempos de curaduría afectiva, más que nunca.
Justamente, la curaduría afectiva ha sido, a lo largo de estos 15 años de búsquedas con materialidades, experiencias, situaciones, y ,especialmente, territorios y territorializaciones tan distintas, un andar por modos no representacionales de curar.
Lo que hemos creado han sido
1 Me refiero a Seguir con el Problema, libro de Donna haraway de 2018
espacios feministas, antirracistas, anticoloniales, diversos, de prácticas artísticas, museográficas, pero también sexo afectivas, epistemológicas, académicas que no buscaban representar esas cualidades críticas, poniendo en tensión el núcleo fundante de la curaduría (tradicional, clásica, patriarcal, moderno colonial o también feminista y en contra de todos esos cánones disciplinares y hegémonicos de la historia del arte y los museos), en cuanto a sus dos elementos fundacionales: la unidad de medida puesta en el objeto y el relato curatorial como ordenador de la secuencia de la objetualidad artística. No representar nada fue lo que se nos ocurrió, como cuando en Epistemología Mechera2 comenzamos diciendo: “No vinimos a enseñar nada”
Quizás, venimos a latir desde una estética de lo roto, lo estallado, lo fisurado, lo que tenemos, para empezar a reparar, y salir desde allí.
2 Me refiero al libro Epistemología mechera, escrito y compilado con Celeste Medrano y voces de Sergio Chazarreta y @caudillasdelbarro. Cariño Ediciones, La Plata, 2023.