page-header

Feminismos

“EMPEZAR A MIRAR Y MIRARSE CON LENTES VIOLETA”

Decido escribir de Feminismo, en primera instancia, porque se me ha dado la oportunidad y porque creo necesario compartir mi experiencia respecto al cómo siendo mujer y terapeuta he ido “habitando” este, para mí, movimiento político, social y forma de ver el mundo con lentes violeta.

Para hablar de mi experiencia respecto al Feminismo, creo que es importante contextualizar quién soy. Esto lo aprendí en el libro escrito por Nerea de Ugarte López (Directora del Área Clínica de CIDEM): “La dictadura del amor propio”; situar quién eres al momento de escribir permite expresarse desde un enfoque interseccional, pues la experiencia y posición de cada persona dentro de la sociedad influyen en cómo se perciben y experimentan las diversas formas de opresión y discriminación. Esto permite a su vez, reconocer los privilegios que se tienen, tomando conciencia de ello para así fomentar una comprensión más completa de los problemas relacionados con el Feminismo y la Justicia Social.

Mi nombre es Marcela, soy mujer cisgénero, tengo 35 años, nací y me criaron en San Bernardo, en mi adolescencia viví en Maipú, el año 2010 me vine a vivir a Estación Central junto a mi pareja. Al salir de la enseñanza media, primero estudié Gastronomía y luego de titularme, ingresé a Psicología en la Universidad Santo Tomás (jornada vespertina). Me titulé el año 2016, trabajé en infancia y también en educación. Mientras, en paralelo fui profundizando en el área donde actualmente me desenvuelvo que es la psicoterapia desde el psicoanálisis relacional con adult@s.

Para continuar, considero importante hacer una definición de lo que para mí partió significando el Feminismo y, puedes o no estar de acuerdo con lo que comparto. Inevitablemente, para explicarlo, recuerdo cuando en julio del 2023 me atreví a escribirle a la Nere contándole quién era y mis ganas de ser parte del centro. Su respuesta fue: “Hola Marcela, ¿eres feminista?” y debo reconocer que esa pregunta ¡me paralizó!, pues pensé: “¿soy feminista?, ¿debo tener un título asociado a esta temática? ¿qué le respondo?” … y sin pensarlo mucho, le escribí: “…si por feminista te refieres a la igualdad de género, para que las mujeres y hombres tengan las mismas oportunidades y respeto, pues sí, soy feminista…”. Luego de un par de meses, tuve una entrevista con ella y la Desi (Desiree Pimentel – Coordinadora CIDEM) y desde noviembre de 2023 que soy parte de este hermoso equipo de mujeres. Debo confesar que, desde ese momento, mi significado inicial se ha ido complementando respecto a lo que es el Feminismo y también del cómo lo he ido viviendo en cuanto a mi ser mujer y terapeuta. Hoy, para mí es mucho más que tener mismas oportunidades y respeto… es una invitación a poder mirarse y mirar también la propia historia.

Desde que comencé mi proceso como terapeuta acompañando a población adulta, en el año 2019, siempre he realizado la misma pregunta: “¿Qué es normal?” y para darme a entender me gusta enfatizar que no podemos olvidar que somos parte de una cultura, de una familia, de un contexto que implica características particulares: territorio, clima, entorno, época histórica y un sinfín de otras peculiaridades que van definiendo nuestra historia. Esa historia que nos va formando, en la cual crecemos y que, muchas veces, por ser parte de nuestro cotidiano, tal vez no nos detenemos a observar. Entonces, qué sería “lo normal”: quizás el conjunto de estos elementos nos ayuda a definir lo que consideraríamos como normal y adecuado en nuestras propias vidas.

Es en este punto, donde siento que he comenzado a sentir la influencia del Feminismo en cuanto a mis relaciones, perspectivas, decisiones y forma de comenzar a mirar el mundo y mi propia historia.

El primer libro de feminismo que leí es “La dictadura del amor propio”. Mientras escribo, lo tengo en mis manos, pues destaqué todo aquello que me fue llamando la atención y movilizando desde mi propia historia. Aquí les comparto algunas reflexiones:

Del capítulo 2: “El amor propio como un nuevo mandato de género”

“Nacemos en un contexto sociocultural, nos permeamos de la mirada de quienes nos rodean, nos identificamos con aquellas personas que se vuelven importantes en nuestro desarrollo socioemocional, necesitamos de esos otres para palpar nuestra existencia autónoma y es por lo mismo que el rol que juegan esos otres es estructural en la organización y la dignificación del yo”. (pág. 46)

Leer estas líneas me dolió, me movilizó y también me permitió observar y observarme. Crecí en una familia de tías y abuelas con marcada presencia, soy la única mujer de mis primos. Recuerdo frases del tipo “yo a tu edad pesaba 40 kilos…”, “te llevaremos al nutricionista no porque estés gorda, sino por salud…”, “cuando tú vas, yo ya he ido y venido varias veces”, “irás al colegio porque el día de mañana cuando te enfermes no podrás faltar a trabajar”, “tus caderas se ven más anchas, ojalá no termines muy gordita como…”, ¿sabrá la gente cuánto pueden impactar las frases que a un ser human@ que crece le pueden decir? ¡Nunca acepté mi cuerpo! porque ahora pienso que nunca fue mío y luego de años de estar y seguir en terapia creo que es único, que es maravilloso, que me sostiene, pero que por sobre todo es mío. Esto impactó en cosas que ya venía pensando hace tiempo pero que encontraron palabras en esas líneas, ¿cuántas veces nos hicieron competir entre nosotras mismas? ¿cuántas veces nos hicieron sentir que una podía tener mayor o menor valor según sus atributos? ¿cuántas veces no caí yo también en lo mismo mirando a otras mujeres en menos? Hoy, pienso que cada mujer es única y especial: distinta, pero jamás mejor o peor según sus atributos. Esto me ha ayudado también en cómo observo a cada paciente en terapia: como un ser único, donde habita una historia que merece ser escuchada y comprendida. Aquella mujer que tiene, por ejemplo, problemas de autoestima no es que haya decidido deliberadamente “no quererse”, es porque hubo o existe un entorno que, al menos, no la hizo sentir suficiente. Eso, eso duele, pero deseo que mi dolor sea movilizador para poder acompañar de la forma más contenedora, respetuosa y amorosa posible a esa mujer en donde fue el entorno quien le falló o no fue lo suficiente.

Del capítulo 3: “Nadie nace feminista”

“Dentro de mis anhelos como feminista, con acceso a la educación y el conocimiento, jamás ha estado la intención de elaborar propuestas teóricas que aspiren, por ejemplo, a ser publicadas en papers para ser leídas o discutidas sólo por la comunidad académica, o libros escritos con lenguajes crípticos y palabras inaccesibles que solo las personas que han tenido un acceso privilegiado o espacios de estimulación lectora logren entender; sino acercar el feminismo a la mayor cantidad de personas que se pueda.”. (pág. 57)

¡Soy privilegiada y no lo sabía! Estas palabras han estado gatillando constantemente en mi cabeza, pues me hizo dar cuenta que no todas tenemos acceso a un libro y eso… ¡eso me da rabia! Pues no dejo de pensar en mis mujeres, en mis amigas, en mis pacientes… ¡en todas! Si tan solo por al menos una vez pudiéramos reunirnos y compartir nuestra experiencia del ser mujer y juntas conversar aquello que por años nos enseñaron que no debíamos cuestionar, aquello que a más de una le ha dolido, molestado o simplemente no le ha parecido. Actualmente, confieso que he incorporado y citado en sesión frases de los libros a los que he tenido el privilegio de poder acceder porque pienso que ese acceso puede ser compartido, motivador y cuestionador. No dejo de pensar en que estas reflexiones e interrogantes se puedan compartir en diversos contextos: en la junta de vecinos, en las salas de clases, en la junta familiar… me pregunto también cómo. Por lo pronto, creo que no he dejado de compartir aquello que he ido aprendiendo, sintiendo y observando.

He leído y lo sigo haciendo, cada página que leo creo que intensifica día a día el color de mis lentes violeta, pues se ha convertido sin duda alguna en una invitación constante a observar mi cotidiano, desde que voy en la micro y el metro camino a mi trabajo, cuando estoy en sesión junto a mis pacientes, cuando estoy en familia y vuelvo a escuchar a mis mujeres, cuando comparto con amigas y amigos, cuando estoy con mi pareja o cuando veo televisión.

Otros libros que me han acompañado en este proceso son: “Querida Violeta” también escrito por Nerea de Ugarte y “No existe una forma de amar – reflexiones sobre el amor romántico” de Carolina Aspillaga Hesse.

En este proceso de habitar el Feminismo, he aprendido que la revolución comienza con la mirada hacia una misma y en el compromiso de cuestionar y transformar nuestras realidades. Creo firmemente que esto es un llamado a la acción cotidiana, a compartir conocimiento, a desafiar las normas impuestas y a construir un mundo más justo y equitativo para todas las personas, independientemente de su género. Es una invitación a preguntarse qué acciones podemos tomar en nuestra vida diaria para contribuir al cambio.

Marcela Robles León
Psicóloga
Psicoterapeuta en Centro Interdisciplinario de la Mujer (CIDEM)
Socia Titular de la Sociedad Chilena de Psicología Clínica y Psicoterapia (SCPCP)
Miembro de la Asociación de Psicoanálisis y Psicoterapia Relacional de Chile (APPR Chile)
@_holasoypsicomarcepaz

Back to top of page