La Ubre Amarga: Un sitio web de literatura y crítica digital y transfronteriza.
Algunos de los inventos o descubrimientos más sorprendentes de la historia humana, han ido perdiendo en este inicio de siglo XXI el dominio abrumador que poseían sobre ciertas generaciones, que no podían ver más allá de lo que estas tecnologías les podían ofrecer respecto del conocimiento en general. A modo de ejemplo, y que es una de las problemáticas que precisamente ocupa parte del siguiente trabajo, es la notoria pérdida de terreno que va sufriendo la imprenta ante los medios o plataformas digitales. Estos cambios culturales requieren procesos de tiempo bastante amplios; pero, por otro lado, ya es conocido y hasta aceptado por la sociedad en general, que el predominio de la era Gutenberg va quedando poco a poco atrás, noción que de alguna manera logra todavía sobrevivir en la gesta romántica del libro en formato papel y de algunas publicaciones periódicas como diarios y revistas. La literatura ha debido confrontar, si es que cabe considerarla como un organismo vivo que interacciona con lo que la rodea, un gran dilema, como es la adaptación a su medio ambiente, sistema o escenario. El punto de partida primordial para enfrentar esta disyuntiva podría ser la inclusión del diálogo entre los estudios literarios y los estudios culturales, puesto que el producto de este cruce se traduce, en el ámbito de los medios tecnológicos y principalmente Internet, en la proliferación de diversos sitios digitales donde la discusión tiene un sitial importante, ofreciendo la posibilidad de entrecruzar distintas teorías y ámbitos disímiles del saber, que pudieran complementarse para dar paso al surgimiento de nuevas posibles respuestas ante el imponente desafío que significa determinar hoy qué es el saber, cuál es el conocimiento adecuado y además, ubicarlo en las plataformas disponibles para su divulgación.
Si una emulsión entre mundos aparentemente disímiles sucede entre el universo de la física, el de la teoría literaria y el de la historia cultural podría ser factible, (…) Es una forma de concebir la reunión de sustancias disímiles pero que, aún en un mismo espacio (en un texto, por ejemplo), aún allí conservan sus repelencias y sus tensiones. De hecho, habría que dejar de separar tanto en literatura: sólo se repelen dos cosas en situación de proximidad (Mendoza, 2012).
Esto también implica, por otro lado, el cambio de los soportes de la información y la crítica, los que deben ser concebidos desde la mezcla de distintos postulados teóricos en cualquiera de sus proporciones, siempre y cuando mantengan la propiedad de lo literario (¿lo puro?), su estatuto. La era digital trae consigo cambios determinantes no solo en la forma de hacer literatura; también ha convulsionado el medio desde la motivación para escribir hasta la manera en cómo se organiza y se distribuye. Huyssen (2006) nos plantea que la cultura de masas no tendría la misma génesis que la cultura popular; pero también es propicio pensar que en la unión de estos dos grupos es donde se ubican los sitios que se dedican a la propagación de la literatura a través de la web. Así de esta manera, más por la voluntad de los usuarios que por parte de los centros hegemónicos irradiadores de sentido, y entendiendo que este fenómeno surge de la necesidad de autogestionar el saber, se puede comenzar a gestar una nueva crítica que permita un mayor cruce de estímulos que no sólo estén sostenidos en lo estrictamente académico.
El inconmensurable archivo que circula en línea obliga a los autores y a los teóricos y críticos a ampliar el foco desde lo literario a lo social y comercial, pasando incluso por los estereotipos de la moda virtual. La escritura ha dejado de ser un acto privado tanto para autor como para receptor, ahora, gracias a la red, es una cadena interminable de intercambios de documentos electrónicos, creaciones y sitios que posibilitan el trabajo de una crítica literaria que va matizando su material con la inclusión de las experiencias personales en base al propio trabajo literario o de gestión cultural, donde estos sitios han: “intervenido para cambiar desde los cimientos el estatuto, las reglas y las modalidades de los procesos a través de los cuales un texto escrito, de cualquier género, es compuesto, registrado, transmitido y conservado” (Petrucci, 1999: 296).
Bajo estos antecedentes presentados, es válido, entonces, hacer las siguientes interrogantes: ¿Hasta qué punto la información es conocimiento? ¿En qué medida una opinión puede llegar a ser un enunciado legítimo? Y para ir acotando el campo que interesa en este trabajo ¿Es posible la crítica literaria en Internet, o al menos considerada seria, si los métodos filológicos o interpretativos de los textos en soporte papel y digital son los mismos y aplicables en todo ámbito de estudio?; este tipo de crítica literaria ¿Permite la inclusión de las experiencias personales que, muchas veces, son contrarias al saber de la academia? Existe la intención en este trabajo de, al menos, desarrollar un trazado de las prácticas digitales referidas a la literatura que, en la zona transfronteriza entre Chile, Bolivia y Perú, se han desarrollado a partir de este milenio en el área de la crítica y la difusión de los trabajos poéticos de la zona.
El hecho factible de que en la actualidad exista un marcado surgimiento de variadas comunidades electrónicas, fortalece y da a conocer la práctica de escribir y de poner en línea bitácoras personales formadas por entradas que mantenían una estructura de diario. Para ilustrar que este fenómeno se viene desarrollando a la par con el perfeccionamiento de los medios tecnológicos, se incluye la siguiente cita que grafica la implicancia que hoy Internet posee como medio de almacenamiento y su influencia en el ámbito de la información y la utilización de la misma: “Para que el registro de algo resulte útil a la ciencia, ha de estar en continua ampliación, almacenado convenientemente en algún lugar y sobre todo, ha de poder ser consultado” (Bush, 1945: 101-108). Por otro lado, a pesar de mantenerse idéntico en su forma, el espacio de escritura ha sufrido también una serie de cambios que proporcionan un dinamismo escritural, pues basta con que una sola mirada se pose sobre su mensaje, para que éste deje de ser un espacio privado y aislado, y comience a ser un espacio público, pasando a formar parte de una cadena de intercambios. Pero la verdadera explosión y evolución de este tipo de escritura en línea se dio con el surgimiento de servidores y páginas web en particular dedicadas a alojar estos escritos críticos, modificando como ya dijimos el espacio y soporte, haciéndola propicia para varios tipos de escritura personal, entregando así la posibilidad de combinar texto, hipervínculos, imágenes, audio y video; de esta forma se hizo posible la introducción de comentarios de los lectores, creando el primer tipo de documento personal en línea que no es un reflejo exacto de ningún tipo de escritura física, sino que es nativo de la red.
Con la finalidad de hacer concreta toda la información planteada hasta el momento, se expone como ejemplo una página web en Bolivia que da cuenta de variados ejercicios escriturales creativos y críticos; reseñas y poemas, entrevistas, fotografías y datos sobre la literatura posterior al año 2000, extendiéndose también a otros países del continente. La ubre amarga es una página que en sus propias palabras explica:
Por puro antojo nos metimos en este rosquete digital y transfronterizo, orientado a la publicación de plaquettes, entrevistas, muestras poéticas y reseñas. Porque el cielo es azul y el rio Rocha turbio, pero sobre todo porque somos amargos y no teníamos nada peor que hacer este agosto del 2015. Por puro antojo, también, apostamos por la libre descarga y la participación comunitaria, para ver qué sucede. Aunque en efecto es muy posible que no pase nada. Entonces, somos una más de las tantas hibridaciones editoriales que existen, pero a diferencia de otras, la amargura se nos escurre como espuma por la boca y eso algo tendrá que valer, aunque sea el mínimo costo de un alka seltzer (La Ubre Amarga).
Esta idea cobra vigencia puesto que propone una alianza entre los lectores en línea y los textos, debido a un contenido fácil de abordar pero que en ningún caso adolece de la rigurosidad crítica que se exige al momento del análisis de los trabajos expuestos, con el fin de consolidar una totalidad literaria unida, dada a conocerse a sí misma a través de la plataforma digital, abierta al público en general y sin la selectividad de las instituciones académicas. Además, genera en la comunidad literaria una cadena de expectativas con respecto a la inmediatez que provoca la plataforma digital, refiriéndonos a esa sensación vertiginosa de ponerse en marcha para aterrizar en el juicio crítico de muchos receptores en muy poco tiempo, fenómeno que se desprende de la utilización del saber como principal fuerza de producción, de mercantilización del mismo saber, y del sentido de la palabra saber:
El planteamiento de la información de las sociedades más desarrolladas permite sacar a plena luz, incluso arriesgándose a exagerarlos excesivamente, ciertos aspectos de la transformación del saber y sus efectos sobre los poderes públicos y sobre las instituciones civiles, efectos que resultarían poco perceptibles desde otras perspectivas. No es preciso, por tanto, concederle un valor provisional con respecto a la realidad, sino estratégico con respecto a la cuestión planteada (Lyotard, 1987: 9).
En la crítica literaria esta condición de saber se aplica para la autorización de la voz crítica, pues las instituciones son las que se encargan de validar el grado de acierto de las opiniones que orbitan a la literatura y sus productos, estableciendo una nueva y distinta pulsión de significaciones que plantea alternativas y que fisura el enmarque totalitario, permitiendo así el surgimiento de brechas e intersticios que se contraponen desde su génesis a lo corporativo e institucional. El trabajo que desempeña La ubre amarga es recoger principalmente las voces creadoras y críticas de la literatura del norte chileno y del sur de Perú y Bolivia, que funcionan por fuera de los cánones del Estado, puesto que este no implica “todo” el saber que el centralismo pretende. El sitio web ofrece Selecciones de textos y reseñas sobre el trabajo de poetas que viajan de un país a otro adaptándose a la lengua y escribiendo en verso ese resultado difícil de tragar; cruzan las aduanas con contrabando de libros propios o de alguien más, ejemplares que se venden en ferias de libro independientes: “Para ellos, el acto de escribir es literalmente el acto de mover lenguaje de un lado a otro, proclamando con osadía que el contexto es el nuevo contenido” (Goldsmith, 2015: 24). Pero ante la inquietud de que si la crítica literaria contenida en sitios de Internet es tan válida como la que proponen las sociedades de escritores, las universidades o el mercado; la postura es que no sólo es necesaria sino que fundamental para enfrentar una de las revoluciones culturales más importantes en la historia de la palabra: la escritura electrónica y su distribución por Internet; porque no solamente se mueven en el mismo soporte, además, son la causa y el efecto esencial de lo que se entiende como ejercicio y producción. Esta serie de antecedentes que hemos ido presentando permite afirmar que la crítica literaria contenida en Internet goza de buena salud, puesto que sus creadores se enfrentan a un público heterogéneo que requiere de manera constante tal producción y, a la vez, se exponen a la opinión crítica de muchos sectores, al contrario de la crítica académica que solamente se mueve en ámbitos académicos (este tipo de crítica orbita su propio núcleo y no sale de allí en dirección a lectores menos eruditos). Pero esto tampoco implica, en ningún caso, confeccionar operaciones críticas apartadas del trabajo de investigación y recopilación de datos basados en objetivos claros. “El problema no era de investigación sino de estilo” (Grafton, 1998: 111), citaría el estudioso Anthony Grafton sobre una carta de disculpa de Hume enviada a Walpole.
De algún modo escribimos la lectura porque componemos archivos. Sin embargo, a pesar de que la era digital posee esa tendencia archivadora, existen rupturas entre el plano de la lectura y la información almacenada. No leemos todo lo que archivamos (mucho menos publicaciones de repositorios indexados o especializados, a menos que seamos docentes o estudiantes de literatura o filosofía), por tanto, nos enfrentamos a una cultura asociativa, de enlaces y conexión de fragmentos, referencias cruzadas; nunca es lineal. Los fragmentos siguen siendo materiales estéticos que la literatura de la zona y las páginas de distribución de literatura por Internet siguen manteniendo vigentes y con esa esencia de novedoso.
En su carácter de historiador, relataba innumerables historias curiosas, elegidas sin ton ni son, de las vidas y muertes, opiniones y extravagancias de miles de individuos. En el comentario, dijo, había tratado de ‘comparar los argumentos a favor y en contra de algo con todo el desinterés de un reportero fiel (Grafton, 1998: 116).
Aunque insistía que los estudiosos debían indicar con precisión los títulos y las ediciones de las obras citadas, sus propias referencias solían omitir detalles bibliográficos. Con frecuencia, se veía obligado a citar de memoria libros que ya no tenía al alcance de la mano o notas que ya no podía compulsar. Peor aun, citaba fuentes que no había leído, a partir de resúmenes y reseñas. Pero ahora resulta claro que su modelo es novedoso y útil (Grafton, 1998: 121).
El sitio de Internet La Ubre Amarga, compuesto como ya dijimos de textos poéticos como también de escritos críticos sobre autores periféricos al canon, realizados por otros escritores de la misma condición, comunica incorporando apreciaciones referidas a la experiencia, a lo fragmentario y al propio hacer de la literatura, a través de elementos transfronterizos como el cruce mismo de fronteras estatales, el nuevo diseño del territorio, el contrabando o lo multicultural; sostienen que lo importante es:
La web es una herramienta que fue concebida para compartir e intercambiar, para entrelazar puntos de información y hoy, más todavía, para permitir un diálogo e interacción. De esta forma hemos creado La Ubre Amarga en la que estás hoy con algunas opciones que creemos importante resaltar para que tú, la Rosca Editorial y todas las personas que se pasean por aquí no seamos simples usuarios (¡odiamos esa expresión!) sino parte amarga de nuestra ubre digital. (La Ubre Amarga).
Es un proceso de expresión literaria en soporte digital con ingredientes figurativos del lugar, donde el concepto de ‘texto’ debe asumirse amplio, muy amplio. Disponer la crítica como un modo de razonamiento en público es hacerse parte del debate de una comunidad, donde el objeto, como lo sería un texto literario, es de público conocimiento y se encuentra nadando entre muchos otros objetos.
En última instancia, se concluye que este ejercicio que presupone un autoposicionamiento en el campo estético (Groys, 2008) es posible gracias a las plataformas digitales, que dinamizan la disputa del campo de la literatura, e incorporan el valor humano en el ámbito digital mediante la crítica y la opinión. Esta incorporación de las experiencias personales ha dejado de ser un fenómeno eventual para dar paso a una manifestación cada vez más habitual, pero recientemente considerada dentro del ejercicio de la crítica. Este lenguaje transitorio crea comunidades de interés colaborativo y de libre asociación, por fuera de los procedimientos estatales como las cada vez menos populares ferias de libro, pues existe una tendencia cada vez más clandestina hacia el contrabando y la distribución de archivos en la web. Debido a que la escritura digital evidentemente no se soporta en papel, salvo que se imprima, cada vez más se aleja del control inherente de su creador, pues dinamiza con una cantidad de lectores a los que quizás no estaba dirigida la obra como un ‘público objetivo’, y viene a desestabilizar esa oposición basada en la referencialidad. Hoy nos vamos dando cuenta del hecho de que la literatura y también la crítica literaria ya no se limitan solo a los libros o a las instituciones formales. Es un hecho concreto de que comienza a desarrollarse, cada vez más, en contextos de medios electrónicos. Esto admite un reto para la misma crítica literaria y es que la naturaleza específica del discurso literario debería admitirse como parte esencial en la expansión de las formas y de los medios, como inseparable de este campo más amplio.
Lista de referencias
Bush, Vannevar. (1945). “As We May Think”. En: The Atlantic Montly. Volume 176, No. 1; pp. 101-108. Recuperado de http: http://iibi.unam.mx/voutssasmt/documentos/Vannevar_Bush_Como%20podriamos%20_Pensar_JV.pdf
Goldsmith, Kenneth. (2015). Escritura no-creativa. Buenos Aires, Argentina: Caja Negra editora.
Grafton, Anthony. (1998). Los orígenes trágicos de la erudición. Trad. de Daniel Zadunaisky. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.
Groys, Boris. (2008). La lógica de la igualdad de los derechos estéticos. Traducido por Marcos Perearnau. En Art Power. Londres, Inglaterra: The MIT Press.
Huyssen, Andreas. (2006). Después de la gran división. Buenos Aires, Argentina: Adriana Hidalgo editora.
La Ubre Amarga (2015). Poesía transfronteriza. Recuperado de http: laubreamarga.martadero.org
Lyotard, Jean-Francois. (2006). La condición posmoderna. Trad. de Mariano Antolín Rato. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
Mendoza, Juan José. (2012). La emulsión: Una teoría. Trabajo presentado en el VIII Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria Orbis Tertius. Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria – IdIHCS/CONICET. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata, Argentina.
Petrucci, Armando. (1999). Alfabetismo, escritura, sociedad. Trad. de Juan Carlos Gentile Vitale. Barcelona, España: Gedisa.