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Poesía

LAS ESCONDIDAS

De niños nos gustaba jugar a las escondidas. Yo me ocultaba en los roperos, bajo las camas o atrás de un árbol. En cambio ella comenzó por esconderse en una nube o en los espejos. Luego se dio a operaciones más complejas como mimetizar su cuerpo con los relámpagos y la lluvia. Desde entonces paso la vida buscándola aunque esté conmigo. Para ella el juego no ha terminado. Ahora se esconde en esta página, entre estas letras y palabras que luego usa para acariciarme el rostro y decirme que ya descanse, que vaya pronto a la cama.

LA CAÍDA

Nadie que aprenda a volar lo hace para permanecer en el aire. Quien aprende a volar quiere experimentar el delirio del derrumbe, el vértigo de la caída, la dignidad del precipicio. La altura puede seducirte —uno se siente poderoso, un dios entre las nubes—. Pero hay que caer infinitamente. La vida es conocerse en la caída. Recuerda la torre de Hölderlin. No te quedes arriba. Hay tanto cadáver detenido allá en el cielo.

UNA BUENA PERSONA

No sé qué es ser
una buena persona

He hecho daño
y me han hecho daño
por partes iguales.

En esta vida no se empata,
pero
tampoco se pierde,
tampoco se gana.

En general,
la vida suele reírse
de las matemáticas

Un día eres
al otro no,
así de simple.

Alguna vez
quise pasarme de listo
y
puse de un lado
de la balanza
mi corazón
y del otro
un ladrillo.

El ladrillo voló por el cielo
y se convirtió en una
nave intergaláctica.

Mi corazón se hundió
al fondo de un lago
junto al cadáver de un oso,
sin duda
el oso era inocente,
yo no.

Pero no quiero
distraerlos con otras historias.

No sé qué es ser
una buena persona.

He visto los peores poemas
de mi generación
ascender a la fama
como el jugo de naranja
en la bolsa de valores.

Pero hay una gran diferencia:
a todos nos gusta
el jugo de naranja,
no a todos
la mala poesía.

Y aunque los míos
son mucho peores,
sigo escribiendo.

¿Eso me hace bueno?
¿Eso me hace malo?
Quién sabe.

No sé qué es ser
una buena persona.

Nací
sin muchos talentos
pero eso también puede
ser una gran mentira.

Todas las mujeres que perdí
ganaron.

Ellas saben —ahora—
que no hay amor
que por bien no venga.

Anuncio:
comenzó a llover
y
la soledad es un fantasma
terrible
que se ilumina con la luz
del primer relámpago.

Insisto
no sé qué es ser
una buena persona
y si lo supiera
tampoco se los diría.

 

CÓMO LEER UN POEMA DE
LEONARD COHEN

Te vi y ya quería hacer el amor contigo,
pero tú me dijiste aquella madrugada,
que, en cambio, lo que a ti te interesaba
no era hacer historia con este rollo sino
follar y punto.

Luego, mientras yo te hacía el amor
y tú me follabas,
me pareció un bonito detalle preguntarte
si eras feliz:
“Deja de preguntar estupideces
y concéntrate en lo que estás haciendo”
respondiste.

Está bien, me dije:
¡Esta mujer sí que sabe lo que quiere!

Al cabo de una semana,
yo ya solo pensaba en follar contigo,
y en cambio tú querías hacer el amor,
así que nos despedimos.

Pasamos de lo dulce que es
que nos traten como a un pedazo de carne
a querernos a thousand kisses deep.

Luego de algunos años te volví a ver
y recordé los hoyuelos de tu espalda
los muñecos de nieve, la lluvia,
y cómo pudo amarte
-un carroñero como yo-
sin haber pisado siquiera
el asfalto prometido de Boogie Street.

UN ARTESANO

Soy un artesano. Hago poemas para que cualquiera los use. No los hago para museos, los hago para las ferias, para los mercados, para que sean frutas de cambio. Poemas como mangos, piñas, bananas, chirimoyas. Me especializo en hacer poemas de todos los colores y formas. Algunos salen panzones, como aves del paraíso. Otros delgados, con el paciente ánimo de un faquir. No tengo la fórmula exacta, es solo un oficio. Mi padre los hacía, yo también los hago. Andamos buscándonos la vida, mis poemas y yo, aunque habitualmente es la vida la que nos encuentra saltando de felicidad en alguna esquina. Entonces nos observa con ternura y tristeza, mientras se aleja poco a poco, como el vuelo de una mariposa, dejándonos un suspiro en el aire.

Alex Aillón Valverde (Sucre-Bolivia, 1969) es uno de los escritores, periodistas y poetas más reconocidos de su generación. Ha publicado Para leer al Pato Donald desde la diferencia, Comunicación, desarrollo y control cultural; Pop y otros escritos; 4000; Revolución; y P(r)oemas. Su obra poética es recogida en varias antologías; y ha escrito para el Teatro de Los Andes la obra Un buen morir, la cual ha sido multipremiada y aclamada por la crítica nacional e internacional. Aillón Valverde ha representado a Bolivia y a Sucre en algunos de los festivales internacionales de poesía más importantes del continente.

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