Frontera Norte
Rodrigo Ramos Bañados
El matute: encuentros literarios en ambos lados de la frontera trasandina.
En lo personal, si me dieran a elegir un viaje para presentar un libro entre Lima o Santiago, prefiero la capital peruana. El avión, en todo caso, demora casi el mismo tiempo entre Antofagasta (la ciudad donde resido) y Lima; y Antofagasta y Santiago. La razón de porque prefiero Lima que Santiago, pasa por el pisco sour en primer lugar, el ceviche en segundo lugar y el desarraigo en un tercer lugar. La capital chilena no me ha resultado una ciudad amable las últimas que la visité con afanes literarios. Quizás la siguiente anécdota lo resuma todo: Furia del Libro, año 2021. Un amigo, Rolo Martínez, me invita a un bar a compartir con escritores. Llego. Me siento. Mi amigo me presenta ante la mesa que ya había sumado varios shops. La presentación fue algo rimbombante. Un escritor que también es librero en Lastarria, me insulta por ser nortino y a la vez feo. Luego le tira mierda a los escritores del norte. Para él, lo boliviano es un insulto. Me trata de boliviano; de peruano. Lo tomo con calma. El personaje ofuscado se para y se retira. En mi perra vida imaginé una recepción tan agria. Me noqueó. Mi amigo me dijo que estuvo bien mi actitud pacífica. Y que el gueón está loco. La anécdota es un detalle. Aquellos días, donde compartí con otros escritores y escritoras, noté tensión. Por un lado, dialogué con un grupo de escritores de Temuco. Para ellos parecía importante estar en la feria, en Santiago, en la capital. La soberbia corre por parte de algunas editoriales independientes. Y de tan lejos… me dijo un editor.
Por lo menos en el rincón donde permanecí algunos minutos, la mesa era compartida por editoriales del norte. Parecíamos una postal de Sernatur. Nos faltaba el charqui de llamo y la bolsa matutera con libros, pero me sentí seguro.
Escribo esto como una pequeña introducción para hablar de la vinculación que tenemos algunos escritores y escritoras del denominado Norte Grande, que parte en Arica y termina en Taltal, con los países limítrofes, en este caso Perú y Bolivia. Nos une desde la historia a la gastronomía, pasando por el comercio legal o ilegal o matute. Libros que se matutean entre Tacna y Arica. Encuentros literarios en ambos lados de la frontera. Y, especialmente, amistad y respeto, aunque esto último no tanto cuando se pasa de Tacna a Arequipa.
La conformación de la revista Tebaida.
Un vínculo literario fundamental entre Arica y Tacna es una revista literario-poética que va trascender, que más bien refleja un momento literario luminoso dentro de un contexto político de esperanza. Se trata de Tebaida, que aparece en 1966, pero espera hasta 1968 para editar su primera publicación con el mismo nombre, en Arica, bajo el alero de Alicia Galaz y Oliver Welden, donde sobresalen las xilografías de poesía visual de Guillermo Deissler. Deissler es una figura trascendental en la primavera de las artes plásticas en Antofagasta, a finales de la década del 60 y principio de la década del 70. Deisler fue académico de la carrera de Artes Plásticas de la sede Antofagasta, de la Universidad de Chile. Época que coincidió con el escritor e intelectual antofagastino Mario Bahamonde, como jefe de extensión de esa sede.
El nombre Tebaida proviene de Tebas como concepto, una fortaleza en el desierto, “un desierto de amistad”, señaló Galaz, en una de sus entrevistas.
En Tebaida, que conectó los 700 kilómetros que separan Arica de Antofagasta, participaron, entre otros, los poetas Oscar Hahn, Ariel Santibáñez, Guillermo Ross-Murray, Andrés Sabella, Miguel Morales Fuentes, el tocopillano Luis Moreno Pozo y Héctor Cordero Vitaglic.
Miguel Morales Fuentes, conocido bajo el apodo de “Tipógrafo Huraño”, se transformó con el paso del tiempo, en un referente poético de Antofagasta, cuya pequeña obra, en cantidad, ha conectado generaciones. “El Tipógrafo”, que es padre de la poeta Marietta Morales y quien trabaja de librero, ha dicho que Tebaida reunió a la más notable generación de escritores del norte.
Guillermo Ross-Murray es considerado como el poeta histórico de Iquique, a pesar de como él dice, desde hace muchos años no publique un libro. El chino, como le dicen a Ross-Murray, tiene el mismo concepto de Tebaida de Miguel Morales Fuentes, en el sentido que fue un momento cúlmine literario del norte grande. Lo de “cúlmine” puede cuestionarse con la aparición de una generación de poetas y narradores en los últimos quince años que se han vinculado con el sur peruano y con Bolivia. Y en esto de confrontación generacional, el “chino”, por ejemplo, no es validado por poetas contemporáneos de Iquique, principalmente por vivir del personaje y no de la obra.
El poeta antofagastino Ariel Santíbañez se unió en Arica a Galaz y Welden, cuando estudiaba pedagogía en la Universidad de Tarapacá. Posteriormente, se trasladó a Antofagasta donde culminó sus estudios. En adelante se transformó en un reconocido poeta. Años en los cuales estuvo muy ligado a Guillermo Deissler. Su compromiso con el proceso político de la Unidad Popular, lo llevó a integrarse al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Tras el golpe de Estado, fue perseguido y detenido en noviembre de 1974, en Santiago. Santibañez continúa desaparecido.
El primer número de la Revista Tebaida, publicada a finales de 1968, presenta a los escritores mencionados. Podemos encontrar entre las páginas la xilografía en portada de Guillermo Deisler, grabados de Luis Moreno Pozo y poemas de Ariel Santibañez. En los números siguientes, que se publicaron de manera anual, pueden hallarse a los mismos protagonistas, además de Alicia Galaz y Oliver Welden. La última Tebaida, correspondiente a los números 8 y 9, fue publicada en el último semestre de 1972. El Golpe de Estado truncó el proyecto.
Un hecho importante de Tebaida es el vínculo con Perú, el más prolífico que se había dado en la historia literaria entre ambos países hasta ese momento, a través de autores como Winston Orrillo, José Luis Ayaña, Alberto Varcarcel, Omar Aramayo, Rosa del Caripio, Arturo Corucera, Alejandro Romualdo, entre otros autores. Tebaida llevó a cabo numerosas actividades como talleres de poesía y recitales. La revista fue de circulación nacional y se transformó en un referente, que se extiende hasta nuestros días.
Tebaida, con el correr del tiempo, ha sumado prestigio. No sólo es referencia a nivel nacional, sino que internacional a través de Guillermo Deissler. Esto transformó al proyecto de Alicia Galaz y Oliver Wedeen en, quizás, el proyecto literario de mayor trascendencia acuñado en el Norte Grande hasta la segunda década del Siglo XXI, teniendo a Arica, nuevamente, como escenario, a través de una generación de autores jóvenes que dieron vida al proyecto Cinosargo.
La irrupción de editorial Cinosargo en el panorama literario ariqueño y trasandino: encuentros fronterizos / se abre la frontera/más allá de la frontera.
A finales de la primera década del 2000, Arica mantiene una comunidad literaria bastante activa que puede revisarse en la antología Heptadárica (2001), donde participaron autores como Rodolfo Kahn, Reinaldo Hugo, Jorge Cannobbio y Markos Quisbert, entre otros. La actividad literaria también está presente en la labor del grupo Rapsodas Fundacionales, con diversas publicaciones en narrativa y poesía.
El 2007 hubo un importante encuentro literario “Guido Fernández de Cordova”, Nueva Literatura Latinoamericana, organizado en Tacna por el escritor Willy González, responsable de la editorial Cuadernos del Sur, donde confluyeron autores chilenos (de Arica e Iquique), bolivianos y peruanos. Un artículo de la revista literaria tacneña, La Yegua Colorá, de octubre de 2017, titula “Nuevos Escritores en Encuentro Literario de Tacna”. En la foto aparecen: William Camacho, Roberto Cáceres y Aldo Medinaceli (Bolivia); Juan Malebrán, Jonathan Guillén, Marcelo Muca, Alberto Díaz, Markos Quisbert, Alejandro Jordán, Reynaldo Hugo (Chile); Luis Pacho, Rubén Soto, Darwin Bedoya, Walter Bedregal, Mario Carazas, Doris Vásquez y Gabriela Caballero (Perú). Los nombres se irán repitiendo.
A mediados de esa década irrumpió en el panorama ariqueño el escritor chileno-peruano Daniel Rojas Pachas. El autor, nacido en Lima, estudió pedagogía en lengua en la Universidad de Tarapacá. Junto a él, otros jóvenes ariqueños como Mauro Gatica, Rolando o Rolo Martínez, entre otros, ligados a aquella carrera universitaria, provocan una renovación del panorama literario ariqueño, a través de la publicación de libros de la naciente editorial Cinosargo.
Puede decirse que el conducto trascendente de los escritores de Cinosargo es el interés en escribir sobre un territorio marcado por la frontera, en vez de dirigirse hacia el centro de Chile.
Luego vino el encuentro Guillotina en 2011, que propiciaron Daniel Rojas Pachas y Mauro Gatica. Guillotina, desde su origen, encadenó un trabajo asociativo entre autores de Arica e Iquique, con Perú y Bolivia. De Guillotina surgió un lazo entre autores y editores de los tres países, que se mantiene a la fecha a pesar de las vicisitudes de la pandemia que limitaron los viajes.
Guillotina logró réplicas en Arequipa y La Paz. En los encuentros circularon editoriales como Canita Cartonera de Iquique, Yerba Mala de Bolivia, Dragostea, Cuadernos del Sur y Cascahuesos de Perú; además de la naciente editorial Cinosargo, encabezada por Daniel Rojas Pachas. De aquellos nexos y la participación de autores como Juan Malebrán, Mille Torrico, Martín Zúñiga, Rolando Martínez, Iris Kiya, entre otros, surgió luego el encuentro literario Tea Party, que en un lapso de cinco versiones, llevaron a Arica a un centenar de poetas latinoamericanos, que cimentó un espíritu de confraternidad. En Iquique, por su parte, surgió el encuentro Matute Poéticas Transfronterizas, de la mano del poeta Roberto Bustamante, donde confluyen escritores, principalmente poetas, del sur de Perú, Bolivia y el norte de Chile. La dinámica es la misma, abarcar el territorio con poesía.
Cinosargo comienza a desarrollar un catálogo que llama la atención a nivel nacional, a pesar de las desprolijidades en la edición. Dentro de esta hay espacios para textos de narrativa que se sumergen en los videojuegos, la ciencia ficción y especialmente el terror, a través del autor Pablo Espinoza Bardi quien exalta una versión de terror muy explícita donde confluyen el canibalismo y el gore; lo que le genera una serie de fans tanto en Chile como en Perú. Sin duda, es un autor que quizás por la aspereza de género, no ha sido valorado en su real magnitud. La literatura de terror se posesiona en Arica, donde surge la escritora y editora Connie Tapia Monroy, quien mezcla la ciencia ficción con el terror.
Los libros de Cinosargo son reseñados en medios escritos tradicionales y literarios del país. Rojas Pachas genera un modelo de difusión editorial a través de las redes sociales, que puede considerarse exitoso porque publica hasta el más mínimo comentario a favor de los libros.
La editorial Cinosargo y después La Liga de la Justicia, encabezada por Mauro Gatica, editan sus libros en Tacna. El propósito es abaratar los costos. A través de un trabajo hormiga los libros en mochilas llegan a cuentagotas a Chile, en una tránsito con un sabor hasta romántico. Rojas Pachas, por ejemplo, genera hasta una bodega en Tacna. A veces viaja dos o tres veces a la semana a buscar libros.
Ambas editoriales participaron en las primeras ediciones de la Furia del Libro en Santiago. Para los lectores santiguianos, los libros de Cinosargo son una verdadera rareza, según comprobé en una Furia que se realizó en un salón del Museo de Arte Contemporáneo en Santiago. Por lo menos, Pop, mi novela corta, o crónica gonzo, que publiqué por Cinosargo, generó cierto interés de los lectores por una crítica previa que realizó en LUN Patricia Espinosa, denominada “La Frontera Sórdida”, un interés que puede considerarse de exótico. En esos días de 2010, por el libro Pop, conocí al poeta Juan Carreño, quien siempre se ha vinculado a autores nortinos, quizás por vivir en La Pintana y sentirse fuera del poder de la literatura de Santiago. Carreño me llevó al bar La Serena y me entrevistó para un libro de crónicas. Reconozco que fue un diálogo de incoherencias, pero esa es otra historia.
El nexo con Perú se hace estrecho. Autores del otro lado de la frontera como Kreit Vargas son publicados en las editoriales de Arica. Cinosargo se inserta en el circuito de ferias del sur de Perú. Los lanzamientos de los libros de Cinosargo se hacen en Arica y Tacna, respectivamente. Mientras, editoriales peruanas se hacen conocidas en el norte de Chile. Una de estas editoriales es Cuadernos del Sur, liderada por el carismático autor peruano Willy González.
A través de estos contactos, el destacado escritor peruano Oswaldo Reynoso, llega en 2014 a la Filzic de Antofagasta, donde tiene un memorable paso que involucra su presentación en la feria y “carretes” con autores locales. Reynoso se lleva una buena radiografía de la ignorancia de los círculos culturales de Antofagasta, más preocupados de cómo financiar un evento cultural a través de fondos de las mineras.
Doce horas de distancia: el movimiento transfronterizo.
Es a finales de la primera década del año 2000 en donde se produce un movimiento literario acuñado en los bares de Iquique, especialmente en el Democrático, Colo colo y Curupucho. Aparecen poetas como Juan Malebrán, Danitza Fuentelzar, Juan Podestá y Roberto Bustamante. A ellos se suma Jonathan Guillén, iquiqueño con estudios de literatura en Argentina. Todo lo anterior dentro de un movimiento cultural que incluye artes visuales, a través de artistas como Fernando Ossandón. Se genera un diálogo entre diferentes instancias artísticas, enriqueciendo la calidad de las obras. A diferencia de Antofagasta, donde el arte y la gestión artística depende del paladar de la empresa privada, como la minería, en Iquique se proyecta una creación más crítica y, por ende, vanguardista. La conexión con los autores de Arica se profundiza, a diferencia con Antofagasta, donde lisa y llanamente no existen vínculos.
Con el tiempo, el poeta Juan Malebrán se radica en Cochabamba, Bolivia, donde desarrolla gestión cultural, en el centro cultural Martadero. Malebrán, desde Bolivia, lleva a cabo un intenso intercambio cultural entre Bolivia y Chile, dando a conocer autores a ambos lados de la frontera. A través de Martadero, arriban a Cochabamba delegaciones de Iquique. El viaje en bus entre ambas ciudades demora alrededor de doce horas en tiempos normales. Doce horas también es la distancia que demora el bus entre Arica y Antofagasta.
Cochabamba luego recibe como residente al poeta ariqueño Mauro Gatica, quien, junto a su pareja, Patricia Requiz, poeta boliviana, emprende la editorial cartonera denominada Electrodependiente. La editorial publica a autores chilenos y bolivianos, a través de un sobresaliente trabajo de encuadernación artesanal. Esto, provoca un renovado interés de parte de lectores bolivianos hacia obras de autores del norte de Chile.
A mediados de la década pasada, el poeta Roberto Bustamante organiza el Festival literario Matute. El nombre hace referencia a la bolsa matutera, donde se traslada la mercadería entre ciudades fronterizas. A Iquique, a través de Matute, arriban poetas de la zona central de Chile como Gladys González, Perú y hasta México. Matute, junto a Tea Party, cumplen el propósito de generar lazos entre autores fronterizos y replantearse el territorio de manera literaria, tanto desde el barrio a la frontera.
En medio de los límites fronterizos del norte grande, cohabitan los escritores mencionados con otros que han romantizado la “pampa salitrera”, la minería y el desierto; grupos dedicados a recuperar autores nortinos olvidados; agrupaciones voluntariosas que llevan adelante proyectos y otros autores con una obra interesante como Jorge Cifuentes, Iván Avila o Zuleta Vásquez, que no están vinculados al movimiento transfronterizo.